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Vínculo consciente y calidad del afecto en los primeros 1000 días de vida ¿Por qué es importante?

Como sociedad y especialmente como madres, padres y cuidadores es necesario concientizarnos sobre la importancia del vínculo y la calidad del afecto como seres humanos desde nuestros primeros días.


Necesitamos considerar realistamente el potencial de algo tan delicado y tan poderoso como es la calidad del afecto y los tipos de vínculo o apego que puede desarrollar. Pues se vivencia día a día en el entorno donde nos desenvolvemos y a la vez, puede impactar como un eco en el futuro a las próximas generaciones en las diferentes áreas de la vida.


Debemos aclarar que el afecto es una necesidad primaria del ser humano así como la alimentación o el abrigo pues necesitamos asegurar nuestra protección para sobrevivir.


Para muchas personas el afecto y el vínculo como seres humanos y especialmente con los bebés desde su nacimiento e incluso antes, es en gran medida algo de sentido común o casi instintivo, reforzado por la cultura y las tradiciones en ciertas formas.


Desde la década de los ochenta diferentes autores como Bowlby, Harlow y Ainsworth han estudiado este tema y actualmente, gracias a valiosos estudios desde la neurociencia y la genética podemos corroborar su inmensa importancia.

Enfoquémonos en los primeros 1000 días de vida. Estos contemplan aproximadamente 270 días desde la concepción hasta el nacimiento, y los 730 días de los 2 primeros años de vida. En este tiempo es cuando nos influye con mayor intensidad lo que sucede alrededor y que desde aquí estamos transmitiendo hábitos que nuestros niños y niñas reproducirán a su descendencia. ¡Sí! Desde a tan temprana edad la infancia está integrando capacidades y formas para relacionarse y desenvolverse.

El entorno afectivo se relaciona de manera importante con el desarrollo del sistema nervioso en los primeros 1000 días de vida. Un entorno saludable incluye desde la alimentación, la calidad del ambiente natural hasta los estímulos a los que nos exponemos como lo son las relaciones personales caracterizadas la comunicación, amor y el respeto.


Es cierto que muchas de las dolencias que vivimos como seres humanos se relacionan con el estrés y lo más llamativo es que el estrés afecta diferentes áreas de la vida desde la gestación hasta la edad adulta.


El estrés puede afectar funciones que participan en el aprendizaje, con la vida social y personal. Puede venir de muchas fuentes y está comprobado que estar expuesto a altos niveles en la infancia, sin adultos emocionalmente capaces para compensar sus efectos afectan el desarrollo humano.


Se ha detectado especial afectación en las áreas del cerebro relacionadas con la respuesta al estrés lo que limita la capacidad de adaptación ante situaciones de estrés o ansiedad. Dentro de ello se puede mencionar la dificultad ante la solución de problemas a nivel cognitivo que son parte de la vida, sin duda. Se pueden afectar áreas relacionadas con la memoria, el ánimo o la personalidad, influyendo en habilidades sociales.


Algunos ejemplos concretos de cómo un pobre entorno afectivo puede afectar son:

  • La predisposición a enfermedades (obesidad, trastornos de ansiedad o depresión, enfermedades coronarias e incluso tendencia a adicciones, por ejemplo).
  • Bajos niveles de las hormonas y estrategias que colaboran a responder de manera positiva a situaciones estresantes o cuando se requiere la resolución de conflictos.

Quiero rescatar dos asuntos muy importantes sobre el entorno y sus estímulos afectivos:

1. En los primeros 1000 días es cuando con más intensidad nos afecta a nivel cerebral lo que sucede alrededor.

2. El material genético se puede modificar con el entorno, ya sea para bien o para mal.

Un entorno con afecto comprensivo y estable, que brinde confianza apoya una salud en la edad adulta pues en esta etapa se sientan las bases para el resto de la vida.

Hay relación entre depresión, la ansiedad y estrés que, en particular, una madre vivencia con el desarrollo emocional y cognitivo de los hijos pues define mucho la calidad del vínculo y sus interacciones.


La forma en que la madre experimenta el estrés y el tipo de atención que brinde a su bebé incide en el desarrollo socioemocional y cognitivo. De aquí que en el autocuidado reside en gran medida la capacidad de cultivar generaciones futuras saludables que construyan sociedades respetuosas y sostenibles.


Esta información no es ajena ni debe seguir siendo un tabú. Es común vivenciar altos niveles de estrés durante la transición del embarazo a la crianza.


Contar con este tipo de información es clave para empoderarnos y tomar acciones al respecto.


Escrito por Mag. Andrea Chaverri

Psicopedagoga e Instructora Certificada de Yoga

Colaboradora de Gestamor



Si desea profundizar más en el tema, pueden revisar:


Alarcón, T. (2019). Neurodesarrollo en los primeros 1.000 días de vida. Rol de los pediatras. Revista chilena de pediatría, 90(1), 11-16. Recuperado de: https://dx.doi.org/10.32641/rchped.v90i1.1035


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